Lolita
Cuando estoy en la calle soy Dolores, pero cada vez que estoy frente a este espejo soy Lolita. Soy Lolita en el grueso delineador de mis ojos, en la excesiva sombra tricolor de tonos frutales que cubre mis párpados hasta el borde inferior de mis cejas, en el piercing de mi nariz con el falso diamante, en mis labios rosados delineados con magenta, en la escarcha que me empapa el rostro y me hace brillar. Así es como él me llamó aquella vez, hace tanto tiempo. Él fue el único que tuvo las agallas de llevarme a su casa; todos lo vieron, todos nos vieron, yo vi las caras de asombro de sus vecinos mientras me bajaba del carro y él me tomaba de la mano y, luego, unos pasos antes de llegar a la puerta de entrada, me rodeó la cintura con su brazo y al abrir la puerta me dio una nalgada. Soy Lolita bajo este abundante cabello rubio que me llega hasta la mitad de la espalda y que sé que atrapa todas las miradas. Lo primero que me dijo es que yo era una bomba y que debía pensar seriame...