Últimas líneas (sobre Salinger)

“Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo cuando van entre el centeno, muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños, y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde del precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan en él. En cuanto empiezo a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Yo sería el guardián entre el centeno”

(The Catcher in the Rye, J. D. Salinger)

J. D. Salinger es un escritor que debe ser recordado por su indudable particularidad dentro de ese universo de mentes que se deciden a contar historias e inventar nuevos mundos, nuevas realidades a partir de personajes que se pueden convertir en tus amigos, esos personajes que te hacen sentir que cada página que lees puede ser una página en la historia de tu vida; Holden Caulfield me hizo sentir eso. Leer su historia es reconocerse a uno mismo en las dificultades de una edad sin nombre, sin futuro aparente, sin ideas claras, sólo un montón de gente que te rodea y te señala llamándote “adolescente”. El guardián en el Centeno te alivia un poco el haber pasado por esa etapa, te consuela ante la esperanza de hacerte creer que estás haciendo las cosas bien, que todo está bien, porque existe alguien que nos vigila ante el borde del precipicio, ese personaje, nuestro guardián en el centeno. 

 Última fotografía tomada a J. D. Salinger.