Sin estribillo
Hoy no desperté, sobreviví
(levité a ojos abiertos)
bajo nubes de palabras que me apuraban
que enseñan un camino torcido
tapado por hojas crujientes, sabrosas
(si las pisas sientes su sabor entre los dedos).
Pero no lleva a ningún lado
ya dije: estaba torcido
y lleno de hojas
—me repito—
Si no lo repito
nunca lo entenderán.
He vuelto de ese coma profundo
ese que llaman «aire»
ese que todos conjugamos
para seguir existiendo.
Ah, pero es que ustedes no han pisado
las hojas, no es lo mismo
no lo entienden.
Yo intentaría explicarles, pero
el camino está torcido.
Y me repito, ¿no lo ven?
Respiro y me repito.
Ustedes también.
¿No les da pena?
Pena me da si no hay hojas secas
si piso y no siento
nada bajo mis pies.
Tal vez todo mejore y
la vida se vuelva crujiente, como tu pelo
como tu risa.
¡Eso sí es belleza!
Tanta que se parte, me parte
y partir es «irse», ¿saben?
Ah, ahora sí entienden.
Por eso es mejor no despertar
es mejor regresar
así sea por el camino torcido, repetido.
Repetirse hasta el infinito
en cada respiración efímera.
En ese estribillo
que tenemos entre pecho y espalda.
Imagen: Bye bye beautiful by 2nd Magazine
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