Luz y vida


Para Héctor

Cuando el silencio de la cascada se hizo costumbre
me entregaste su rostro entre tus manos.

En ti lo llevaste tanto tiempo
y aun así me lo entregaste.

Lo desprendiste de las raíces del árbol de tu vientre,
trucaste el agua por el aire,
manchaste sus ojos con ambar y fuego,
y le enseñaste el arte de quien respira,
el arte de quien sabe morir todos los días para seguir viviendo.

Me lo entregaste para siempre.
Y lo llevaste adentro tanto tiempo.

Llévalo ahora en el fondo de tus ojos
así como yo lo llevo, convertido en una herida en mi espalda,
adherido a la sombra de los árboles
y a las notas de la canción que son sus pasos.

Lo llevaste adentro tanto tiempo
que ahora es mi turno.

Yo sé que el alba busca incesante su mirada
porque en ella lleva la luz del mundo.
Esa que también le diste,
esa luz que toda mujer lleva
en el canto de su cuerpo.

Ahora esa luz viene por él cada mañana
así lo hayas llevado tanto tiempo.

Y yo espero y miro desde el borde de esta nube.
Espero sus pasos hacia mí,
sus manos extendidas como una sonrisa.
Y su voz que marca dos sílabas
que son mi luz y mi sombra.

¿Quién lo lleva adentro ahora?

Este mundo de claroscuros,
eco y tormenta, paz y temblor,
se lo tragó para siempre.
Y en los extremos del cielo
ambos extendemos las manos hacia él.


Fotografía: Luz y vida.
Javier Morales, 2019

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